EL FRAUDE QUE NUNCA EXISTIÓ
El ilustre investigador periodístico profesor Alberto Donadio, ha dispuesto para la opinión pública la evidencia del caso del Banco Andino y la familia Landes de Ecuador en su libro titulado “LOS FARSANTES”. Una increíble historia donde las mentiras, los engaños, oscuras pretensiones, dejan al descubierto que los gobernantes entre mas dicen combatir la corrupción y la politiquería mas corruptos y politiqueros son en la realidad. Se cumple aquí el refrán que dice “dime de que alardeas y te diré de que adoleces”.
El Banco Andino de Colombia, cuyo principal accionista era un banquero reconocido a nivel internacional de origen ecuatoriano, Nicolás Landes, casado con una colombiana, nunca, léase bien, nunca, desvió los dineros que recaudaba por impuestos del gobierno colombiano, es decir la plata de los contribuyentes. Y aún mas sorprendente, hoy en día, en el proceso de liquidación, ha pagado mas del 72% de lo que se decía se iban a robar.
Me comprometí con el ilustre profesor Donadio en su reciente conferencia (julio 2004) en la UNAB a no asistir a la exposición de “LOS FARSANTES” por compromisos académicos pero en su lugar leería el libro y escribiría estas líneas.
La DIAN símbolo de pulcritud nacional
Se pueden y de hecho ocurre, cometer toda clase de engaños a la opinión pública y “desviar” los dineros que pagamos los contribuyentes. Pero lo que resulta incomprensible para un empresario de buena fe es que con un símbolo de pulcritud nacional, convertido de la noche a la mañana en la imagen feroz de perros asesinos “doberman” se cometieran los yerros y se comprometiera al Estado colombiano ante la justicia norteamericana con procedimientos irregulares, denuncias escritas falsas, sin pruebas contables y sin la más mínima precaución por los efectos que semejante locura pudiera traer para el bolsillo de los ciudadanos honestos.
El profesor Donadio descubre el rostro de los actores que atentaron contra la buena fe -ya muy deteriorada- de los colombianos: Fanny Kertzman, Juan Camilo Restrepo y Andrés Pastrana. Quien lo creyera. A diario estaba en los medios de comunicación del país señalando los “ladrones” del erario público y para ello utilizó la estrategia del terror, “perros asesinos”, que en la práctica se volvió una persecución sin límites contra los empresarios colombianos, atacados con procedimientos como el registro, efectuados por policías sin ninguna instrucción especializada por tratarse de comerciantes e industriales del mas alto prestigio social y sin ningún respeto por su integridad física y moral, de sus centros de producción y comercialización, como si se tratara de vulgares delincuentes o asesinos.
Del mas bajo perfil resultaron aquellos emprendedores que generan empleo y están haciendo patria, bajo la excusa del ataque al contrabando y la evasión, cuando en realidad el propósito principal era “raspar la olla” de su ya deteriorada economía en plena recesión -1998 al 2002-, y así pagar los errores de sus falsos jueces que los sentenciaron a muerte financiera sin ninguna prueba. Alguna vez me comentó un importante industrial en aquella época que se sorprendía al ver que eran mejor tratados por el gobierno colombiano los guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares y hasta los secuestradores. En otras palabras, el Estado puso al revés los valores y buenas costumbres de los ciudadanos colombianos.
El fraude jamás existió
“La demanda de la República de Colombia contra Nicolás Landes y el Banco Popular del Ecuador fechada el 9-9-99 los acusó de sustraer decenas de millones de dólares de un banco colombiano (Banco Andino de Colombia) para ser remitidos al Banco Popular de Ecuador por medio de su oficina de Miami”.
En contra de la mas elemental lógica jurídica, la prueba del delito, se presentaron las denuncias ante las autoridades de la Florida en Estados Unidos, sin el soporte investigativo de los entes oficiales colombianos correspondientes como la Superintendencia Bancaria, y lo mas extraordinario de la astucia de los funcionarios colombianos bajo la dirección de una costosísima firma extranjera de abogados, fue la de lograr cerrar en menos de veinte minutos un banco en tierra norteamericana. Los más sorprendidos fueron precisamente la autoridad bancaria de los Estados Unidos. Un gol parecido al logrado con la violación del espacio aéreo de los terroristas súbditos de Osama Bin Laden.
El gobierno del Ecuador, a pesar de sus quebrantos económicos, los cuales fueron utilizados perversamente por los funcionarios colombianos, siguiendo su línea de conducta, es decir “al caído caerle”, igual que hicieron con los empresarios colombianos, contrató una prestigiosa firma internacional de auditoria Deloitte & Touche, quienes en informe de septiembre 24 de 1999, días después de la demanda, concluyó que no hubo transferencia indebida de fondos entre el banco situado en Colombia y el banco situado en Estados Unidos.
La contabilidad, prueba reconocida por la sociedad económica mundial, donde primero han debido buscar, no reflejaba sino las transacciones normales de transferencias entre instituciones financieras, de acuerdo con las reglas contables permitidas por la legislación bancaria internacional y de Colombia. Un caso elemental de contabilidad internacional para estudiantes de cualquier facultad de contaduría pública con enfoque global.
Para cerrar con broche de oro este apasionante libro, presento la conclusión de los funcionarios de la DIAN el 27 de diciembre de 2002:
DECISION: “Una vez se procede a efectuar el estudio y el debate juicioso al tema, los Directivos de la Entidad, toman la determinación de no demandar nuevamente el caso ante la Corte Estatal de la Florida, teniendo en cuenta básicamente que desde septiembre del año 1999, los abogados han tenido la oportunidad de convencer a la Corte Federal de la viabilidad de las pretensiones presentadas por la República de Colombia, y por ello se canceló la suma aproximada de US $2.500.000, sin que hasta la fecha se haya logrado el objetivo de recuperar la suma inicial de US $ 64 millones de dólares.” Subrayas fuera de texto.
Cordialmente,
GABRIEL VASQUEZ TRISTANCHO
Decano Facultad Contaduría Pública UNAB
Bucaramanga, 8 de agosto de 2004.
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