LA OTRA REFORMA TRIBUTARIA

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LA OTRA REFORMA TRIBUTARIA
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LA OTRA REFORMA TRIBUTARIA

 

Preocupado lector, no me extrañaría que usted en más de una ocasión, haya soñado con ser Ministro de Hacienda.  Además, estoy seguro que su mayor preocupación al frente de tan importante cargo, sería ayudarle a un gran número de colombianos, cuya única esperanza, si es que aún la tienen, es recibir algo del Estado.  

 

Luego de mirar las cifras del presupuesto nacional para el presente año, encontrará en billones que los ingresos corrientes son de $75, que el valor de la nómina estatal es de $27,5, las pensiones de jubilación de $22, los intereses de $16,2 y el pago de la deuda pública de $21.  Desde luego, que hay otros recursos y muchos gastos más, pero al final, después de sumas y restas tendrá que recurrir a la fórmula hechicera de un mayor endeudamiento para equilibrar los ingresos y egresos.

 

Después de rascarse la cabeza, sin la menor duda, pensará que de los 44 millones de colombianos hay cerca de 43 millones que son los más pobres, valga decir, los que por sus propios medios es muy poco lo que pueden hacer para mejorar su calidad de vida.  A pesar de ello, éstos casi nunca hacen bulla.

 

En cambio, los otros que en términos relativos son muy pocos, cuando se avecina una reforma tributaria, ponen el grito en el cielo, pues ninguno de ellos está dispuesto a perder, así sea un poco de sus conquistas tributarias, que con tanto sudor y lágrimas han conseguido. Siendo por demás una flagrante injusticia que no tendría perdón de Dios.

 

Sin pretender incluir en este texto todos los opositores de una reforma tributaria, me atrevo a mencionar los siguientes:  Los asalariados, los jubilados, los magistrados, fiscales y jueces, los rectores y profesores de universidades oficiales, personal de las fuerzas militares de policía y de la Fuerza Aérea, los autores de libros y textos, las empresas editoriales, quienes desarrollan productos medicinales, los empresarios que invierten en activos fijos reales productivos, los accionistas, los que invierten en paraísos fiscales, los que hacen verdaderas obras de magia con el beneficio de auditoria, y los bienaventurados usuarios de zonas francas.

 

A propósito del proyecto presentado por el Gobierno Nacional para compensar, a partir del año gravable 2.011, los ingresos que dejará de recibir sobre el denominado impuesto al patrimonio.  A mi juicio, mientras no se presente una reforma estructural, que corrija en buena parte las fisuras, por no decir las grietas, y desequilibrios del estatuto tributario vigente, sería preferible, por no decir necesario, que a cambio de dicha propuesta, se cobrará una sobretasa del orden del 8% sobre el impuesto de renta para todos los contribuyentes.

 

Lo anterior sin perjuicio de derogar la deducción por la adquisición de activos fijos y exigir a los usuarios de las zonas francas, que una parte de sus ingresos provenga de las exportaciones.  Por último, el Congreso Nacional bien haría en corregir, por lo menos algunas de las sanciones tributarias, que son contrarias a la razón y a la equidad.  En pocas palabras, más que extravagantes son abusivas.

 

 

Medellín, 24 de julio de 2009