PARÁBOLA DEL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZARO

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PARÁBOLA DEL RICO EPULÓN Y EL POBRE LÁZARO
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Parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro.

 

A juicio de algunos funcionarios del Gobierno Nacional el impuesto al patrimonio,  fue algo tan bien concebido, que solo lo pagan los ricos.  Para demostrar algo tan justo y sabio, basta un ejemplo.

Un honorable excongresista o exmagistrado que recibe $260 millones de jubilación al año, no está obligado a pagar impuesto de renta sobre este ingreso.  Y casi con seguridad tampoco el impuesto al patrimonio, o si lo hace, es por un valor que no es significativo.  Según la interpretación oficial cualquiera de ellos, es el pobre Lázaro.

En cambio, el rico Epulón es alguien que trabajó toda la vida,  que posee $5.000 millones en CDT, y recibe en el año intereses de $260 millones. A diferencia del primero debe cancelar un impuesto de renta de $35,7 millones y $75 millones por concepto del impuesto al patrimonio.  Según los economistas (Léase oráculos, adivinos o brujos educados, algunos proclives a la vanidad), dicha inversión se debe castigar  con la inflación; supongamos que ésta sea del 4%, luego tendrá una pérdida patrimonial de $200 millones. En conclusión, al final del año seguirá siendo rico pero un poco menos, máxime porque además tendrá que vender parte de sus CDT´S para poder comer.

El denominado impuesto al patrimonio se estableció de manera temporal a partir del año 2004, con la finalidad de atender los gastos que demanda el orden público, dicho de otra manera, la paz. A la fecha van dos prórrogas y tal como están las cosas será forzoso una más hasta el 2.018.  Vaya uno a saber cuantas veces más será necesario utilizar esta modalidad, que sin la menor duda, es el medio más eficaz para impedir el ahorro, que hasta hace poco, se pensaba que era algo imprescindible para el crecimiento de un país.  Es cierto que estos recursos eran necesarios, pero lo razonable habría sido una sobretasa del impuesto de renta.

De continuar concediendo tan jugosas pensiones a unos pocos privilegiados y castigando a los ingenuos ahorradores, no tardará mucho tiempo en que estemos en una situación como la que vive hoy Grecia, pero sin tener su pasado glorioso, aunque desde luego también pasado. 

Se me antoja pensar en la necesidad de reunir a jueces y militares para que alguien  les explique que los Estados también se quiebran, y por lo tanto, es imperioso acelerar al máximo el exterminio de los grupos al margen de la ley, sin perjuicio de que las altas Cortes, se detengan a meditar que en nuestro medio es una inequidad flagrante otorgar jubilaciones que en términos de la razón y la justicia, son escandalosas.

Tampoco creo que sea descabellado sugerir que los jueces, incluyendo La Corte Suprema de Justicia, la Corte Constitucional y Consejo Superior de la Judicatura, hagan presencia en los lugares donde se combate; de preferencia ocupando los primeros puestos de avanzada, pues así tendrán un poco más de claridad para juzgar a los militares.  A estos eventos también podrían ir miembros de la ONG.  Si así se hubiese hecho antes, el coronel Plazas y otros más, es casi seguro que no estarían pagando injusta condena.

 

Medellín, octubre 20 de 2.011