EL AMIGO

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Amable lector.  Un buen amigo es un tesoro, mayor que poseer acciones, CDT´s y bonos.  Solo lo es quien nos dice la verdad, nos corrige y nos ayuda a ser mejores.  La semana anterior me encontré con uno de ellos y me contó algo que deseo compartir.  Su relato es como sigue:  “Estaba en el mar, apartado de la playa, de repente el oleaje se hizo más fuerte y sentí que había perdido el control, pues la fuerza de las olas me arrastraban a su antojo. 

 

Cuando desperté advertí que estaba en un lugar extraño, comencé a caminar con dificultad y de pronto observe que había otro ser humano, que apenas habría los ojos.  Al acercarme le pregunté su nombre, me pareció entenderle que se llamaba Juan Manuel.  Poco a poco comenzó a moverse,  daba la impresión de estar triste y confundido.

 

Me miró con detenimiento y con voz débil, me dijo que tenía la sensación de haber estado enyerbado como dos años, que con seguridad le dieron una sobredosis de escopolamina.  Me preguntó por sus amigos que siempre lo habían acompañado.  Le respondí que cuando las aguas lo alejaron, alcance a verlos nadando despavoridos hasta la orilla. 

 

Le pedí que procurara estar tranquilo, pues nadie le había dado ningún barbitúrico,  que todo se debía al exceso de aplausos, elogios y lisonjas, que casi siempre tienen el mismo efecto de la escopolamina, con la diferencia de que no matan, pero si hacen perder la razón y el buen juicio.  Además, le expliqué que no era el único que se había trastornado con la adulación, que es algo que brota en Bogotá, como la maleza en el trópico. 

 

Me pareció que era sincero cuando me preguntó qué debía hacer.   Le respondí que muy pocas cosas, a saber:  Fuerzas armadas, si tiene confianza en los hombres de mando, debe darles todo el respaldo, sin titubeos y a riesgo de que en los combates se cometan excesos que son inevitables en toda guerra.  Igual como ocurre con los antibióticos o se dan en la dosis adecuada o de lo contrario, las bacterias se vuelven resistentes, tal como ha ocurrido con la guerrilla.  Aún no están dadas las condiciones para firmar la paz, como lo piensan algunos.

 

La Justicia.  Como desde hace años en Colombia no existe justicia y no es posible aguantar hasta el 2.014, cuando comienza a regir el nuevo Código General del Proceso, se debería hacer uso del derecho de excepción, para decretar procedimientos agiles que permitan atender más de un millón y medio de expedientes, algunos superan los años de añejamiento de un buen licor. Le hice énfasis en que el problema mayor no son los códigos y las leyes, sino quienes las aplican.  En más de un lugar que ocupa un juez, el tiempo no existe.  Dicho de otra manera, es allí donde comienza el sueño de los justos.

 

Reforma Tributaria.  Se debe luchar para corregir tantas inequidades, ambigüedades y abusos contenidos en el ET.  Es necesario verificar que quienes tienen a su cargo esta tarea, posean la sabiduría y buen juicio para hacer un Estatuto, breve, claro y simple.  La versión que se publicó en la prensa hace algún tiempo, está muy lejos de alcanzar estos objetivos. 

 

Cuando comencé a hablar sobre el problema de las jubilaciones y la corrupción, la lancha de la Armada Nacional se lo llevó.  Entonces le grité que aparte de los abusos cometidos por algunos intermediarios de la salud, el Estado no está en capacidad de atender plenamente este derecho, así la Corte diga lo contrario”.

 

Hasta acá los comentarios que me hizo el amigo.

 

 

Medellín, 17 de julio de 2012

 

 

 

Rafael Isaza González