EL CIRCO

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EL CIRCO

 

Amable lector: Vivir en un país como el nuestro, es casi igual que estar en un circo, allí los espectadores disfrutan con las tonterías de los payasos. Igual ocurre con las declaraciones de muchos políticos y funcionarios, que con frecuencia hacen reír, aunque últimamente parece que algunos comenzaran a chillar.

 

También gozan con las pruebas de los magos, en especial si sacan billetes de las orejas de los asistentes. Igual ocurre cuando el jefe del Estado anuncia 100 mil viviendas gratis. Más de un vivo, que hay miles, están ofreciendo sus buenos oficios para hacer los trámites de las escrituras a la mayor brevedad.

 

En la función de gimnasia, el público permanece atento a todos los saltos en las cuerdas y contiene la respiración en la acrobacia final, donde el más mínimo error puede costarle la vida al trapecista. Igual ocurre cuando un bus de pasajeros lucha por pasar en medio de fango, las rocas y a centímetros del precipicio. En más de una ocasión el vehículo cae al abismo. Mientras las almas de los pobres difuntos se elevan al cielo, el Gobierno Nacional ordena una investigación por el retraso de las obras. Poco tiempo después todo sigue igual, hasta la próxima rodada de otro bus.

 

Acaso fue un sueño, pero recuerdo que cuando era niño que la tía Jesusita me llevó a un circo. En una imitación de un juicio, el magistrado condena a cuatro años de prisión a unos reos que hurtaron una exorbitante suma de dinero. A otro pobre diablo, que recibió indebidamente, en términos relativos, una cuantía pírrica, la condena fue de 8 años.

 

Igual ocurrió con el expersonero de Bogotá, el aborigen Rojas Birry, que por aceptar de un mago financiero $200 millones, se le condenó a ocho años de prisión. En cambio, es probable que a los primos Nule se les aplique una pena inferior. Si se utilizará la lógica matemática, no la de nuestra justicia, proporcionalmente el trio Nule debería pagar, algo así, como 500 años de cárcel, no importa que se les brinden las comodidades que otros delincuentes no gozan.

 

En otra obra de teatro, alguien que habla por teléfono al darse cuenta de que estaba intervenido, demanda por daños y perjuicios morales. El juez le pregunta si en sus conversaciones había hablado de negocios sucios o acaso le era infiel a su esposa. El ofendido responde que ni lo uno ni lo otro. Entonces el juez dicta sentencia condenando a la perdida del empleo al que chuzó el teléfono y al demandante le manifiesta que si tiene la conciencia tranquila, no debe preocuparse por nada.

 

Igual ocurrió hace poco con un ex magistrado que demandó al Estado, pues a raíz de las chuzadas del Das, sufrió de desesperación e insomnio. Como el dinero de los contribuyentes no le duele a nadie, es casi seguro que se le cancele el valor en que estimó sus perjuicios morales.

 

En los circos, en particular los de antes, los animales eran tristes y flacos, con excepción del león que era el rey. Igual ocurre con los jubilados del sector público: togados, congresistas y otros exfuncionarios, que no son pocos, reciben en forma oportuna, abundantes sumas de dinero, mientras la inmensa mayoría, deben recorrer un largo viacrucis, antes de que se les otorgue una modesta mesada.

 

Medellín, 18 de mayo de 2.012