LA PALOMA DE LA PAZ

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LA PALOMA DE LA PAZ

 

Amable lector:  A partir de esta semana tenemos un nuevo equipo ministerial lleno de estrellas.  Igual como ocurre con la selección de futbol, la gran mayoría de los colombianos sueñan que en adelante las cosas serán mejor.  Este anhelo que se ha repetido una y otra vez, poco a poco se ira desdibujando, por fortuna, sin que se extinga la llama de la esperanza.

 

Durante los próximos meses que serán interminables, los altos funcionarios del Estado, deberán atender de manera prioritaria el proceso de la paz.  Lo anterior hará que la administración pública, tan ineficiente y pesada, en adelante lo será mucho más. Unos pocos ejemplos, sirven para ilustrar el devenir que nos espera.

 

Quienes lleven meses o años tramitando una modesta jubilación, deberán ser más pacientes, pues de alguna manera, las conversaciones  con los jefes de la guerrilla, impedirán atender minucias como reclamar una pensión de vejez. Los contribuyentes del impuesto de renta y del Iva, que tengan saldos a su favor, deberían saber, que primero es la paz, que el interés egoísta de recibir unos pesos, así éstos sea bien habidos.  Además, si hoy deben aguardar seis meses o más, con un poco de esfuerzo podrán aguantarse otros tantos. 

 

Aquellos que viven en poblaciones que nunca han tenido el servicio de agua potable, deberán esperar hasta que se haga realidad el abrazo fraterno de la paz.  A partir de entonces un día muy lejano podrán calmar la sed con un vaso de agua fresca.  Las autopistas de la prosperidad o de las montañas, cualquiera que sea su denominación, deberán esperar algunas décadas más, pues primero será forzoso atender los compromisos adquiridos, a cambio de que cese el secuestro y la muerte de gentes inocentes.

 

Los exportadores seguirán esperando una tasa de cambio que sea competitiva.  Es mucho más fácil que el precio del dólar siga descendiendo y no lo contrario;  así el nuevo ministro se proponga arrodillar esta divisa. No se puede olvidar que el dólar como cualquier mercancía que hay en abundancia, su precio será menor. Las reformas del sistema educativo y la tributaria deberán permanecer en los anaqueles de las oficinas públicas, esperando que se pose la paloma de la paz. 

 

En cambio los contribuyentes, en particular los que se llaman ricos, no tendrán que esperar, pues ellos continuarán aportando el impuesto al patrimonio, estimado en forma injusta,  desproporcionada e irracional.   Es casi seguro que con tarifas superiores a las actuales.

 

Las gentes humildes de Colombia, durante los siguientes meses, seguirán cayendo bajo el peso de la dinamita, las balas y las minas quiebra patas.  Alguien deberá decirles que a pesar de lo mucho que han sufrido, aún están en deuda con la paz.

 

Los generales Plazas Vega y Rito Alejo del Rio, privados de la libertad, por haber incurrido en omisiones o errores en el desempeño de sus cargos, y seguramente otros más que correrán la misma suerte, pueden estar seguros que el ministro de justicia los visitará para explicarles que una cosa, es una cosa y otra cosa es otra cosa.  Valga decir, que ellos han sido juzgados por la justicia de los hombres, que es implacable.  En cambio los otros serán juzgados por la justicia divina que es de perdón y olvido.

 

Como yo también quiero la paz, me gustaría decirle a alguno de los comisionados, que puedo ayudarle para que de pronto la paloma de la paz no sea un gavilán.

 

 

Medellín, Septiembre 4 de 2.012

 

 

 

Rafael Isaza González