CAMBIANDO EL MUNDO

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CAMBIANDO EL MUNDO

 

Amable lector. Un joven que iniciaba su carrera de medicina se acercó a un hombre de avanzada edad, de cabellos blancos como la nieve, ojos profundos y una mano apoyada en su frente. El estudiante le preguntó al viejo cómo podía cambiar el mundo.  El le respondió que muy pocos tienen el privilegio de ingresar a una excelente facultad de medicina, y que está de acuerdo en hacer algo para  enderezar tanta injusticia. 

 

Algunos están convencidos que lo lograran dejando de asistir a clase, tirando piedra y destruyendo los bienes de la misma facultad.  Luego agregó que si de verdad quería atender su consejo, por ahora, su única preocupación debería ser estudiar, pues era el único camino para llegar a ser un excelente médico. Y que a partir de entonces sería más fácil para él cambiar el mundo.  Le mencionó algunos ejemplos que le ayudarían en tan noble propósito.

 

San Pedro Claver (1580-1654). Sacerdote jesuita dedicó la mayor parte de su vida a servir a miles y miles de esclavos que venían del África, muchos morían antes de llegar. Les ayudaba a sanar las heridas causadas por las cadenas que apretaban sus pies.  Sus biógrafos cuentan hasta donde se sacrificó para remediar sus males, por ello fue llamado el esclavo de los esclavos.  Pese a todo, hoy muchos de ellos están en condiciones infrahumanas.  Unos pocos, que juegan al futbol, viven como reyes, y usualmente poco o nada, se acuerdan de los demás.

 

San Vicente de Paul. (1581 – 1660).  Después de ordenarse sacerdote fue apresado por unos piratas y vendido como esclavo.  Pudo escapar y volver a Francia donde procuró saciar el hambre de los pobres y mitigar el dolor de los enfermos de ese país.  Hoy, se le conoce como el patrón universal de la caridad.  Después de todo lo que hizo, todavía hay millones de indigentes. 

 

Adolf Hitler (1889 – 1945).  No solo quiso cambiar el mundo sino que pretendió ser su dueño.  Al final solo consiguió que murieran más de 45 millones de personas, entre éstas, algo así como 5 millones de judíos, que no solo por el número que perecieron en campos de concentración y en hornos crematorios, sino por la crueldad de este exterminio.  Sin la menor duda, es el mayor crimen de la humanidad.  Era una insano mental, pero miles de colaboradores no lo eran y sin embargo, ejecutaron sus ordenes.  Tampoco él logró cambiar el mundo.

 

Como me pareció que el viejo continúo hablando, me  acerqué en silencio y escuché que decía ¿A quien vamos a nombrar para que se haga cargo de dirigir la Andi?. Se encuentra tan enfermita que no será fácil dar con alguien que la recupere, por lo menos al estado en que la dejó el doctor Fabio Echeverry C.

 

También mencionó a Proantioquia, que a su juicio, está en coma inducido desde hace muchos años y que quizá sea mejor ayudarla a bien morir mediante la eutanasia pasiva.  Y lo más triste es que más de uno estaba convencido de que ya había fallecido; igual como ocurre con Colciencias y otras más.

 

El anciano, murmuró:  Qué difícil en nuestro medio descubrir personas de buen criterio, carácter y dedicación para dirigir entidades como éstas que a duras penas vegetan.  Cuando le quise preguntar algo, observé que se quedó dormido.

 

Medellín, 19 de Septiembre de 2013

 

 

Rafael Isaza González