EL EMBROLLO TRIBUTARIO

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EL EMBROLLO TRIBUTARIO
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EL EMBROLLO TRIBUTARIO

 

Amable lector.  Desde los tiempos bíblicos a los hombres y mujeres alguien, que no recuerdo su nombre, les enseñó que: “Dad a Dios lo que es de Dios y al Cesar lo que es del Cesar”.  Después de más de dos mil años muy pocos le entregan al Señor lo que es de El.  Y con relación al Cesar (léase Juan Manuel) muchos se resisten a darle lo que la ley ordena. 

 

Hasta el 31 de diciembre de 2.012 nuestro Estatuto Tributario superaba los mil artículos, a lo cual se deben agregar las normas contenidas en los decretos y por si fuera poco, es preciso consultar los conceptos de la Dian, que sin ser infinitos están muy cerca de serlo.

 

Quienes participaron en la reforma tributaria del año anterior, tuvieron en cuenta que el sistema vigente, además de extenso, era complejo, inequitativo y poco propicio para controlar y mejorar los recaudos de los tributos.

 

En la exposición de motivos se mencionaron entre otros casos, personas naturales con ingresos muy bajos, que por efectos de la retención en la fuente pagaban entre el 7% y el 11%.  En contraste con otras, que recibían ingresos anuales superiores a $300 millones y solo tributaban con una tarifa cercana al 1%.

 

Para el lector, poco familiarizado con el tema de los impuestos, incluyendo a los miembros del Congreso Nacional y a casi todos los ministros, es evidente que con las afirmaciones y ejemplos que se dieron para justificar la reforma, varios de ellos desafortunados, por no decir engañosos, sin embargo parecieron tan elocuentes que ésta se aprobó.

 

Un análisis cuidadoso sobre las nuevas figuras, tales como el IMAN, el IMAS, el otro “IMASITO”, el gravamen denominado CREE, los cambios en la retención en la fuente, el impuesto al consumo, los nuevos requisitos en las operaciones con vinculados económicos, sin perjuicio de unos pocos aciertos, puedo afirmar que lejos de hacer más simple el manejo de los impuestos, en adelante el estatuto tributario será mucho más complejo, y que bien podría llamarse el galimatías tributario.

 

No solo se perdió la oportunidad de enmendar, simplificar y hacer más equitativo el régimen tributario, sino que por el contrario, se engendró un monstruo, que en poco tiempo habrá de empeorar el problema de la salud, con los miles y miles de desquiciados mentales, que perderán la razón, tratando de interpretar las normas consagradas en tan nefasta reforma.

 

Considero, que al menos la Procuraduría General de la Nación, debería estimar, así sea de manera aproximada, el enorme costo que implicará para la DIAN, el control y manejo de miles y miles de documentos adicionales, que con un poco de sensatez se pudieron evitar.

 

Mucho me temo, que con la confusión que se ha creado, en poco tiempo los funcionarios de impuestos nacionales y los contribuyentes, estarán en una situación más angustiosa a la de aquellos que viajan en una nave al garete en un mar embravecido. Los que han vivido esta experiencia, cuentan que es cuando se reza con mayor devoción.

 

Invito a los creyentes para elevar una plegaria al Señor para pedirle que no nos abandone en este momento tan difícil y que la reforma de la salud, no siga los pasos de la tributaria.

 

Medellín, junio 28 de 2.013

 

 

Rafael Isaza González