EL REY JACOBO

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EL REY JACOBO
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EL REY JACOBO

 

Amable lector.  Con el tiempo olvidé cual de los Jacobo, rey de Escocia, decidió disfrazarse de campesino para conocer la opinión de su pueblo, pues estaba cansado de escuchar las lisonjas de sus más cercanos colaboradores y amigos, que a coro le repetían que gracias a su inteligencia, carácter y buen criterio, el país era lo más parecido al paraíso terrenal.  Quizá mucho mejor, porque no había culebras y las mujeres eran menos curiosos que la madre Eva.

 

El rey, después de varias semanas de oír la voz de los que se ganan el pan con el sudor de la frente, comprendió que mientras los primeros le decían  que todo era abundancia y bienestar, los otros manifestaban que había pobreza y un gran malestar.

 

Como es improbable que el presidente Santos haga algo parecido a lo del rey Jacobo, decidí preguntar al conductor del taxi su opinión sobre el problema agrario y la rebaja del precio de la gasolina.  Me respondió que cuando él sentía que el vehículo no funcionaba bien, si se hacia el loco, pensando que eso no valía la pena, con seguridad más tarde lo dejaba tirado en la carretera.  Y que algo que se pudo arreglar con unos pocos pesos más tarde tendría que pagar un costo demasiado alto.

 

Cuando llegué a la Plaza Mayorista quise conocer la opinión de alguien que atendía un pequeño negocio, lo saludé, me miró y tuve la impresión de que estaba molesto.  En forma respetuosa le pregunté qué opinaba sobre el manejo que se le dio al problema agrario y del que aun estaba por resolver de la gasolina.  De nuevo me observó y me dijo que uno con una corbata tan bonita debía ser un lagarto.  Con un signo de cabeza le di la razón. 

 

Luego agregó que las gentes de ese lugar tenían la impresión de que el señor presidente o estaba ausente de los problemas del país, o le ocurría lo que se ha dicho sobre el Vaticano, que al Papa le ocultan todo.  Además que fue desafortunado al minimizar el paro agrario y que con el precio de la gasolina las cosas podrían ser peor.  Y agregó que no todo se puede medir en términos de dinero; citó el caso del Metro de Medellín que de acuerdo con una evaluación económica nunca se debió construir.

 

Hoy, de no existir el servicio del transporte del Metro, nadie sería capaz de evaluar el conflicto social del Valle de Aburra.  Un policía que escuchaba la conversación se acercó y dijo que a él le parecía mejor negocio rebajar, por decir algo, mil pesos por galón de gasolina, que firmar, a cualquier precio, la paz con quienes están empeñados en implantar el modelo de gobierno de la Republica Bolivariana de Venezuela.

 

Dígale a los lectores, que así como en Bogotá estaban seguros de que Petro no llegaría a ser el alcalde, cada vez estamos más cerca de que la doctora Teodora o cualquiera de su corriente política, rija los destinos de la Nación. Y que no hay peor sordo que el que no quiere oír, incluyendo a nuestro presidente.

 

 

Medellín, 4 de Septiembre de 2013

 

 

Rafael Isaza González