LA CARTA

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LA CARTA

 

Amable lector.  Un viejo amigo de la tía Jesusita le respondió una carta a un profesor de humanidades que vivía en un país lejano que deseaba conocer  un poco sobre nuestro país.  A continuación la transcribo:

 

“Con el mayor gusto trataré de atender su inquietud.   Poco después de la era Cretácica, no recuerdo si fue la inferior o la superior en la que desapareció parte de los mares que cubrían, donde hoy se encuentra la ciudad capital Bogotá, residencia de los mayores aduladores del mundo.  Es casi probable que por la excesiva confianza de nuestros presidentes y asesores, en pocos años, a pesar de tener aguas en los océanos Atlántico y Pacifico, solo nos queden unos metros de playa para esparcimiento de los turistas.

 

Tal vez usted haya oído hablar de la Tierra Prometida, que según los textos sagrados el suelo era fértil, las aguas cristalinas y los frutos abundantes.  Sin temor a exageraciones, le puedo afirmar que todo aquello era un helechal, comparado con lo de acá.  Hay lugares donde se ven crecer las plantas y a los pocos días comienzan a producir frutos durante todo el año;  basta estirar la mano para tener la comida del día.

 

En las riberas de los ríos y mares saltan los peces y casi siempre caen en la sartén.  Allí se fríen para disponer de un delicioso almuerzo.  Gracias a la generosidad del Creador muchas personas no tienen que luchar como lo dice la Biblia:  “Ganaras el pan con el sudor de tu frente”.

 

Existen códigos y leyes a la altura de los pueblos más civilizados.  Solo nos diferenciamos en que rara vez se aplican y cuando esto sucede el juez obra según su propio criterio.  En los tribunales, el inocente puede correr más peligro que quienes están habituados a delinquir, pues éstos saben esquivar la ley.

 

 

Como en los pueblos antiguos, la fuerza bruta supera la justicia.  A manera de ejemplo, personajes que han asesinado, torturado y secuestrado a miles y miles de gentes inocentes, es casi un hecho, que  pronto serán perdonadas.  Y como la parábola del hijo pródigo serán agasajados cuando lleguen al santuario del Congreso Nacional, y no es de extrañar que se decrete un nuevo impuesto para agradecerles la firma de una paz tan irreal, como ver estrellas en pleno día.

 

Algunos por robar unas gallinas o bienes de poco valor se encuentran en la cárcel.   En contraste con los denominados intermediarios financieros, que en repetidas oportunidades han despojado a sus clientes de los ahorros de toda una vida, salvo David Murcia que está en una cárcel de exterior, los demás cada vez que salen en los medios de comunicación, se ven más sonrientes y tranquilos.

 

Los borrachos, que conduciendo un vehículo causan la muerte a seres que son irremplazables, en adelante, tal como lo explicó el señor fiscal, la prisión no es la forma de castigarlos.  Se deben hacer campañas de persuasión para que no continúen destruyendo vidas y familias.  Según esto los violadores en especial de niños tampoco deben ir a la cárcel, pues basta ilustrarlos, para que adquieran control de sus depravados instintos.  Un poco más tarde le escribiré de nuevo.

 

 

Medellín, 8 de Agosto de 2013

 

 

 

Rafael Isaza González