“QUIEN SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES”

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“QUIEN SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES”
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“QUIEN SIEMBRA VIENTOS RECOGE TEMPESTADES”

 

Amable lector.  Aunque la memoria es frágil tal vez recuerde que antes de finalizar el gobierno anterior, se conoció que en Venezuela se encontraban varios líderes de la guerrilla, que se movían como Pedro por su casa.  También nos percatamos del sofisticado armamento adquirido por el presidente Chávez, que si algún día fuere usado contra Colombia, nos causaría daños terribles. Las relaciones en ese entonces distaban mucho de ser cordiales, a juicio de muchos, así debía ser.

 

Con la llegada del Dr. Santos, todo cambió.  Los miembros de la FARC enarbolaron una hermosa rama de oliva para ser bendecida en la Habana como símbolo de una paz duradera.  Desde entonces se viene dialogando sobre como hacer una mejor distribución de la tierra y tener un país más justo. Es probable que no se hayan tratado temas como el de las pensiones de jubilación de los Congresistas y de los miembros de las Altas Cortes. Y   si quienes manejaron las firmas de Factor Group, Proyectar Valores e Interbolsa, también pueden aspirar al Congreso Nacional.

 

Más de uno tiene la impresión que estamos iniciando una odisea similar a la de los Israelitas, cuando salieron de la esclavitud de Egipto, guiados por Moisés a la tierra prometida, que por poco no llega ninguno, debido a las discordias y peleas que tuvieron a lo largo de tan dura travesía. Igual estamos nosotros, quizá peor.  Pues el jefe del Estado y entre otros, su ministro de Gobierno y el Fiscal General han dividido el país entre quienes quieren la paz y los que, a juicio de éstos, se oponen a ella, señalando a los últimos como oportunistas o gentes insensatas y camorristas.

 

Según los amigos de la tía Jesusita, ellos se consideran gentes de bien, aunque ignorantes de la Justicia transicional.  Dan a entender que no les cabe en la cabeza que un matrimonio pueda ser entre un hombre y otro hombre, como tampoco comprenden que personajes que tiñeron de sangre y dolor los campos de la patria sean exonerados de toda culpa, pues si la justicia se rinde al poder de los criminales, es afianzar el reinado de la impunidad.  Y, que si el precio que hay que pagar es de perdón y olvido, no se debe olvidar que “la justicia es el pan del pueblo, y el pueblo siempre está hambriento”.

 

Escuché la conversación de dos peluqueros, uno decía no tener claridad acerca de las relaciones con nuestros vecinos.  El más joven le respondió que no se preocupara que el jefe de Estado era un buen jugador. Dios quiera que no pierda esta partida, porque si llegaré a suceder, pobres de todos nosotros, susurró el más viejo, con un Maduro y un Cabello, realizando el sueño del libertador de la Gran Colombia.  La verdad es que ya falta muy poco.

 

Medellín,  mayo 2 de 2.013

 

 

 

Rafael Isaza González