LA HISTORIA DEL TAPETE Y EL RETRETE

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LA HISTORIA DEL TAPETE Y EL RETRETE
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LA HISTORIA DEL TAPETE Y EL RETRETE

Amable lector.  Hace pocas semanas los medios de comunicación dieron a conocer la increíble hazaña de Claudia Janneth Wilches Sarmiento,  senadora de la República hasta el 20 de julio del presente año.  Es licenciada en educación preescolar, especializada en lingüística y literatura infantil.

 

Antes de abandonar el recinto sagrado que ocupó por varios años en el Congreso Nacional, dispuso arrasar con todo.  Se llevó el lavamanos, el tapete, equipos de oficina, inclusive el sanitario, que para un buen lingüista  significa dejar el retrete en una situación lamentable, por no decir, desesperante.

 

A los jueces y magistrados les corresponde calificar si se trató de un vulgar robo o fue un hurto.  Consultando con un amigo lustrabotas me dijo que no parecía ser esto último, pues nadie se  opuso para que tan ejemplar dama, se alzara con todo lo que se topó.

 

Este hecho también debería ser examinado a la luz de nuestro código civil, pues varios de los objetos que fueron sustraídos, en un principio eran bienes corporales muebles, pero que se consideran inmuebles por estar permanentemente destinados a éstos.   Si la conclusión es que fue un hurto, a juicio de ilustres juristas, es algo más grave, que por fortuna para ella puede encajar en la justicia transicional, que supera de lejos la misericordia divina. 

 

Para la mayoría de los colombianos esta nueva justicia es algo más complejo que el misterio de la Santísima Trinidad.  A manera de ejemplo, la Ex directora del DAS, María del Pilar Hurtado, que por ser un peligro para la sociedad, debe ser castigada con todo rigor.  En cambio, los jefes guerrilleros de la Habana, por asimilarse a unas palomas con las alas recortadas, exigen ser atendidos con solícitos cuidados, pues así podrán volar de nuevo en un año más.

 

Se dice que todos los bienes que fueron retirados por la benemérita señora, habían sido aportados por ella y sus copartidarios.  Es posible que así haya sido, sin embargo, es un hecho conocido aún por personas ignorantes, que las mejoras que se hacen en un inmueble ajeno, pertenecen al propietario, salvo que exista un documento en que diga lo contrario.

 

Al margen de las consideraciones anteriores es difícil comprender que una madre de la patria como Claudia Janneth, que además ha pertenecido a grupos cristianos, que por lo general son personas desprendidas de los bienes terrenales, se haya llevado parte de nuestro patrimonio nacional.  No podemos olvidar que el Capitolio es donde hombres prudentes y sabios solo piensan en hacer una patria mas amble y justa para todos.

 

Medellín, 8 de agosto de 2014

 Rafael Isaza González