UN POCO DE HISTORIA

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UN POCO DE HISTORIA

 

Inquieto lector:  Las personas mayores que les tocó vivir los años en que los grupos guerrilleros tenían el control, por decir algo, de no menos de la tercera parte de los municipios del país,  imponían su ley, que no era propiamente inspirada en los principios de la justicia y el orden.

 

En contraste con lo anterior, la ausencia del Estado era cada vez más notoria, ignorando así el precepto legal de garantizar la vida y bienes de todos los ciudadanos.  La inseguridad en los campos y ciudades, llegó a ser casi el medio natural, en que cada uno luchaba por sobrevivir.

 

Basta mencionar un solo ejemplo.  Poblaciones tan cercanas a Medellín como  El Retiro, La Unión, Girardota y otras más, se convirtieron en lugares que durante varios años, las personas no pudieron pasar un día de campo y mucho menos una noche con su familia.  En la región de Urabá, la tenencia de la tierra era el fusil y no las escrituras.  Esta misma situación se presentó a lo largo y ancho del país.

 

Los guerrilleros eran los dueños de la vida y bienes de las personas.  El secuestro, la extorción, el despojo de las tierras, semovientes y bienes, fue una constante, en especial en los campos que se tiñeron de luto y sangre.

 

Fue por ello, que miles de colombianos, tuvieron que “negociar” con los denominados grupos de defensa o paramilitares, para que los protegieran, no solo en su integridad, sino en sus bienes. La gran mayoría procedió así. Diferente de otras personas, que encontraron un medio para hacer política y algo más, como adquirir propiedades y bienes a menos precio, que en términos simples, se definen como delincuentes.

 

Hoy, gracias al Señor y al doctor Álvaro Uribe V, las gentes sienten que hay un nuevo amanecer y que la paz está cerca, aunque cada vez son más los que sienten la angustia de volver al pasado.

 

El caso del doctor Guillermo Gaviria E, sometido a escarnio por la justicia, es un ejemplo que conmueve.  Basta recordar el sufrimiento que padeció él y toda su familia, cuando fue secuestrada su esposa y más tarde con la muerte de su hijo.  No tengo ni idea, si alguna o varias veces, conversó con  los grupos de autodefensa, pero si lo hizo, igual que un número casi incontable de colombianos, obró de acuerdo con el derecho natural para proteger su existencia y la de los suyos.  ¿Será mucho pedir a quienes representan la majestad de la justicia, que por lo menos, respeten a un hombre que al final de su vida, no puede comprender   por qué  lo juzgan?.

 

Basta recordar que aún los peores criminales de la humanidad han sido exonerados cuando el peso de los años los doblegó.  El doctor Guillermo, en cambio, fue un luchador.  Quizá le faltó un poco de pulimiento, pero ante todo ha sido un buen esposo, un excelente padre y un ciudadano muy superior al promedio.

 

¿Por qué la justicia, no se ocupa primero en examinar con mayor atención a quienes ocuparon altos cargos públicos, con la ayuda de dineros mal habidos, y aquellos que no cumplieron con el mandato constitucional de preservar la vida y bienes de los colombianos?  Cuando terminen esta gestión, volvemos a conversar, pues la tía Jesusita me entregó un listado de cosas que también son prioritarias.