LA CRISIS MUNDIAL Y EL CONTADOR

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LA CRISIS MUNDIAL Y EL CONTADOR
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LA CRISIS MUNDIAL Y EL CONTADOR

 

 

Era de noche y llovía a cantaros.  En el club el ambiente era agradable y seguro.  Allí, un grupo de amigos  conversaba sobre las causas y efectos de la grave crisis que amenazó con destruir la estabilidad de nuestro sistema económico. Un poco más allá en los barrios marginales de la ciudad, la gente sufría con los destrozos que ocasionaba el crudo invierno. 

 

En esa reunión alguien preguntó si los revisores fiscales y contadores, advirtieron sobre el manejo irresponsable de muchos empresarios, en especial del sector financiero, pues de haberlo hecho, es casi seguro que se hubiese podido aminorar el exorbitante e irreparable daño que se hizo no solo a personas, sino a la credibilidad misma del sistema.

 

La conclusión acerca de la actitud de los contadores vinculados a esas empresas no fue favorable.  Alguien de los asistentes se le ocurrió  interrogarme para conocer mi opinión sobre nuestros profesionales de la contaduría.  A continuación expondré la respuesta que di en esa ocasión.

 

En general, el nivel académico de los profesionales de la contaduría se puede calificar apenas de mediocre. En alguna medida, son responsables las Facultades por la poca exigencia que demandan a los estudiantes, pues éstos o tienen que trabajar, o lo deben hacer a la mayor brevedad posible.  Desde luego, que no pocos de ellos, hacen valer su posición de inferioridad, para gozar de un régimen más tolerante; es decir, sin el rigor y la disciplina que caracterizan un buen centro universitario.

 

Hoy, gracias a las enormes facilidades que ofrecen los computadores, los estudiantes de contabilidad al concluir su carrera, deberían tener una sólida formación que les permitiera conocer a fondo el manejo financiero de las compañías.  Si así fuere, estos profesionales serían un apoyo invaluable, no solo para quienes las dirigen, sino también para sus dueños y la comunidad en general. 

 

Nadie como el contador puede conocer a tiempo las dificultades por las cuales atraviesa un negocio, en especial cuando ello obedece a malos manejos.  En pocas palabras, es casi imposible que estos profesionales no reparen sobre los abusos que hagan los administradores, en beneficio propio o de terceros. 

 

Más adelante agregué que no creía que los colombianos pudiéramos  ganar un campeonato mundial de fútbol, o que la mayoría pague los impuestos de acuerdo con las normas legales o que usen primero la inteligencia que la malicia.  Pero estoy convencido que si quienes dirigen las Facultades de contabilidad se propusieran, en pocos años podríamos tener los mejores contadores del mundo.  Inclusive habría tiempo para enseñar un poco más de inglés y algo de humanidades.

 

Tengo claridad que todo es factible, siempre que haya voluntad de hacerlo.  Desde luego, es preciso contar con verdaderos profesores que tengan la capacidad de trasmitir sus conocimientos y que con su ejemplo, más que con la palabra, enseñen a sus alumnos a discernir con criterio, valga decir, con buen juicio.  Siento nostalgia al recordar que hace unas cuatro décadas vino del país del norte un profesor de contabilidad; todavía muchos hablan con admiración y aprecio, por la forma magistral, como enseñó a usar correctamente el débito y el crédito.

 

Soy conciente que esta opinión puede mortificar a más de uno.  A quienes piensen diferente les presento excusas por estos comentarios.

 

 

Medellín, 21 de mayo de 2009