PALABRAS AL VIENTO

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PALABRAS AL VIENTO

 

Según el texto bíblico Moisés tardó cuarenta años para liberar a su pueblo de la esclavitud hasta llevarlo a la Tierra Prometida. En época más reciente la DIAN, en su empeño de controlar la evasión fiscal, lleva cuarenta años, sin que aún se vislumbre cuando alcanzará tan anhelado propósito.

Fueron muchas las dificultades que debió soportar Moisés para hacer realidad el sueño de encontrar en la región de Canán, verdes praderas, aguas cristalinas y frutos abundantes; sobre todo si se tiene en cuenta que solo disponía de rústicas herramientas. En cambio, la DIAN, desde un principio ha tenido a la mano los más sofisticados computadores para identificar a los trasgresores de la ley fiscal.

Quienes conocen las enormes posibilidades que ofrece el computador para confrontar, por ejemplo, los ingresos declarados por unos contra los ingresos informados por otros; las cuentas por cobrar versus las cuentas por pagar; las retenciones practicadas y las solicitadas. Y de otra parte, las informaciones del catastro, cámaras de comercio, notarias, comisionistas de bolsa, entidades financieras, sin mencionar algunas más; es inevitable que sientan una gran frustración por la gestión tan discreta, por no decir pobre, que ha llevado a cabo la DIAN para reducir el fraude fiscal.

Suponiendo que las cifras oficiales sobre la evasión sean ciertas: 32% en renta y en el 22% en el Iva, con una reducción del 50%, la DIAN tendría un mayor recaudo anual cercano a $9 billones, que equivale casi al doble de la utilidad neta de Ecopetrol.

Son tantas las ocupaciones del día a día de los ministros de hacienda, verbo y gracia, el TLC, la tasa de cambio, la inflación, las transferencias territoriales, más el tiempo que dedican a escuchar toda clase de propuestas para crear nuevas exenciones tributarias, que quizá por ello, no se les puede culpar por la falta de interés de los medios magnéticos; inclusive es muy probable que más de uno haya pensado que no existen minas con tanto oro. A pesar de todo, bastaría que uno cualquiera de los ministros, hubiese excavado un poco y habría encontrado a flor de tierra, un tesoro suficiente para remediar muchas de las necesidades elementales del pueblo colombiano.

Si la DIAN, por una u otra razón, después de tanto tiempo no ha logrado aprovechar las insuperables facilidades que le brinda el computador, el Gobierno Nacional debería crear una entidad que se encargara de procesar la información de los medios magnéticos, de manera ágil, racional y eficiente. No sobra mencionar que con un ingreso anual adicional de $9 billones, el presidente podría solucionar sin dificultad, las demandas casi siempre justas, que le piden las gentes en los Consejos Comunales, inclusive sobraría para hacer un país menos violento y con mayor justicia social.

A quienes no creyeron en el computador, igual como le ocurrió a Moisés, el Señor los debería castigar por incrédulos o incompetentes.


Medellín, mayo 12 de 2008