Multitudes pacíficas en las calles, obstrucción de vías, bloqueos de carreteras impidiendo el acceso de vehículos y el suministro de provisiones a las principales ciudades, acciones de unos pocos dementes destruyendo infraestructura pública y privada, uso abusivo de armas por miembros de la policía nacional, heridos, muertos por balas oficiales, desaparecidos, detenciones en estadios.
Estas han sido las expresiones comunes del paro, a lo largo y ancho del territorio. Agrava la situación, la presencia del virus haciendo estragos mayores en la salud de más colombianos, el retraso en la vacunación y la congestión de UCI’s y centros hospitalarios.
La fuerte reacción ciudadana ante el imprudente proyecto de reforma tributaria que encendió la mecha y generalizó el incendio, refleja la expresión del sentimiento colectivo represado de rechazo a: profundas inequidades sociales, concentración de la riqueza, pobreza, desempleo, corrupción, deterioro del medio ambiente, incertidumbre frente a la protección de páramos y fuentes de agua, asesinato de indígenas, líderes sociales, reinsertados e incumplimiento del acuerdo de paz.
Los ánimos exacerbados demandan, para ser aplacados, los esfuerzos de todos los actores. La apertura del presidente para sentarse a dialogar es bienvenida. Sin embargo, el primer magistrado debe evitar perder de vista quiénes deben ser los interlocutores válidos y la urgencia en el tiempo de su realización con resultados concretos.
Repetir la experiencia de las mesas convocadas a raíz del 21N del 2019, diluidas con el paso de los días, sería una grave frustración más para la gente que llevaría a extremos impredecibles el caos y la anarquía existentes.
Las reuniones de la semana pasada para buscar apoyo a la institucionalidad, deben ceder el espacio para hablar con todos los líderes del paro, pues son ellos quienes tiene en sus manos la real posibilidad de celebrar una negociación y canalizar a los manifestantes las respuestas gubernamentales.
En el entretanto, el gobierno debe tomar medidas efectivas para frenar de manera inmediata la violación de derechos humanos por las fuerzas del orden y realizar el control anticipado a los vándalos.
Igualmente, es urgente lograr acuerdos con los transportadores para detener la extensión a otras ciudades de la grave situación de desabastecimiento vivida en Cali. La seguridad alimentaria debe ser garantizada.
Colombia es un país con múltiples recursos naturales y material humano excepcional. El país tiene más factores para unirse que para mantener la discordia. A pesar de tantos problemas heredados y vigentes, su estudiantado es disciplinado y tiene grandes sueños en pro de sus familias, el empresariado y los trabajadores están comprometidos con la actividad económica legal, esperando del Estado menos obstáculos para desarrollar sus labores. Solo resta disponer el ánimo y los corazones para construir en conjunto y dentro de la diferencia, mejores condiciones de vida para bien de los colombianos de hoy y del mañana.
Gustavo Humberto Cote Peña
Exdirector General de la DIAN