NUESTRA SELECCIÓN DE FUTBOL.
Amable lector, no tengo ni idea si a usted le gusta el futbol. Le cuento que a mi esposa, mi hijo y a Víctor, un buen amigo, ni les gusta ni muestran ningún interés por este hermoso deporte. Por fortuna para ellos, los domingos son tranquilos y cada lunes se sienten felices de comenzar una nueva jornada.
En cambio, los que soñamos con ver un buen partido de futbol, cada fin de semana es una nueva desilusión y el día lunes la moral está por el suelo. Debo hacer la excepción con los hinchas del poderoso DIM, que el padecimiento continuo los ha fortalecido. Son seres genéticamente predispuestos al sufrimiento, no importa que sean médicos, abogados, ingenieros o gente del común. Lo más admirable en ellos es que cada nueva derrota los hace más fuertes.
Viendo los dos últimos partidos contra Perú y Ecuador, sin tener los conocimientos de Carlos Antonio Vélez, Iván Mejía A y Hernán Peláez, me atrevo a afirmar que Colombia tiene buenos jugadores, pero no tiene equipo de futbol. Tampoco se puede culpar al técnico, sea nacional o extranjero, ni menos a sus jugadores.
La selección Colombia, es una muestra de lo que somos. La individualidad, el egoísmo y la indisciplina, igual que en el fútbol, es el común denominador que nos identifica. En palabras simples, el Congreso Nacional, el Ejecutivo y el poder Judicial, así como ministros, gobernadores y alcaldes, en lo colectivo, no son mejores que nuestra selección de fútbol. Y a nivel individual, es más fácil encontrar estrellas en el futbol, que en dichas entidades o personas.
e puede agregar, sin faltar a la verdad, que con frecuencia el capitán del equipo, llámese ministro, gobernador o alcalde, para no mencionar otros, es tan incompetente que el partido que dura cuatro años es un tiempo perdido. Y como ha sucedido más de una vez, el nuevo capitán resulta ser peor que el anterior. Es esa la razón, por la cual el progreso del país es tan lento y tedioso.
Me encontraba en un club social, estaba solo, como usualmente me sucede. Cerca había un grupo de personas, alcancé a escuchar algunas de ellas que me dio la impresión eran expertas en el tema de impuestos. Me sentí cautivado por la facilidad como se expresaban en una materia, la tributaria, que entiendo que es algo demasiado complejo y difícil. Lo que más me llamó la atención era la gracia y el donaire como comentaban de los goles que le metían a la Dian. Alguien que se dio cuenta de mi embeleso, se acercó y me dijo: no importa como salga la nueva reforma tributaria, los asesores y sus asesorados continuarán marcando goles a la Dian, pues el portero y sus defensas, son los que en el fútbol se llaman troncos.
En resumen, esta selección es una muestra mejorada de nuestra mediocridad. Sin ser profeta, es probable que algún día ganemos la copa mundial de fútbol. Pero en cambio, es una utopía pensar que las instituciones y personas que nos gobiernan, aprendan a gambetear, la ineficiencia, la corrupción y la injusticia. Nosotros somos así y nos gusta ser así.