EL ENGRENDO

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EL ENGRENDO
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EL ENGENDRO

 

Luego de arduas, edificantes y prolongadas sesiones en el recinto del Congreso Nacional, se concluyó la labor legislativa de la tan anhelada reforma de la justicia.  Por existir algunas diferencias entre los textos aprobados por el Senado y la Cámara, se nombró una comisión de doce acendrados y virtuosos congresistas, para armonizar las minucias entre los dos escritos. 

 

Quizá por temor a irrespetar la cuna donde nacen las leyes, los conciliadores en un gesto de delicadeza, tan escaso en nuestra época, acordaron reunirse por fuera del capitolio nacional.  En esta ocasión se trataba de darle vida a una nueva criatura llamada la justicia, pues la anterior nació con serías limitaciones, que poco a poco, se fue deteriorando hasta llegar a un estado de postración, que en la práctica es inoperante.

 

A lo anterior debe agregarse que las personas encargadas de cuidarla, llamados jueces, magistrados o togados, muchos de ellos, contribuyeron para llevarla a un estado de coma inducido no retornable.

 

En las circunstancias descritas era imprescindible darle vida a un nuevo ser.  Según muestras comprobadas de ADN el padre resultó ser el presidente Santos.  Durante los últimos meses del período de gestación estuvo al cuidado del ministro German Vargas Lleras y luego de Juan Carlos Esguerra.  Pese a que más de uno advirtió acerca de las graves malformaciones de la criatura;  algunas de origen genético y otras por los traumas causados por los padres de la patria, miembros de las altas cortes y funcionarios, es inexplicable que no se haya autorizado el aborto.   Para casos como éste, nuestra legislación que es de avanzada, lo permite. Y es casi seguro que el Procurador también.

 

Al final nació un engendro que tiene angustiados a todas las gentes de bien, que según las últimas estadísticas son  mucho menos de las que se creían.  Cuando el monstruo dio señales de vida, le sonrió a sus progenitores, les mostró sus afilados dientes y con un poco de torpeza les manifestó que los protegería, para que nadie pudiera sancionarlos por las travesuras, picardías o bribonadas que hicieren. Les dio su palabra, asegurándoles que al final disfrutaran de una generosa pensión de jubilación, exenta del impuesto de renta.

 

Epilogo:  En las conmovedoras y bien escritas paginas de Frankestein, se narra la historia de un médico que logró darle vida a un ser inanimado.  Este, en lugar de agradecer el bien que le hizo, lo persiguió hasta causarle la muerte. En cambio, el monstruo creado por todos los que participaron en esta gestación,  serán inmunes a las penas  que se aplican a todos los demás que obran por fuera de la ley.  Me pareció entender que adulterar textos legales es menos grave que escuchar conversaciones por teléfono (chuzadas).

 

Por último, no es clara la actuación de la mayoría de los miembros de congreso, incluyendo al doctor Juan Lozano.  En cuanto el ministro de justicia, le tocó beber unos tragos demasiado amargos; alguien le debió advertir como figura en la entrada de algunas fincas, “Cuidado perros bravos”. Las personas decentes que hay en el Congreso Nacional, para sobrevivir, deben saber lo que reza el refrán:  “Si entre lobos has de morar, aprende a aullar”.

 

Según noticia reciente quienes le dieron vida a este monstruo son los mismos que le segaron la vida.

 

Medellín, 26 de junio de 2.012

Rafael Isaza González