LA RESPUESTA

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LA RESPUESTA

 

Amable lector.  En el mes de mayo del presente, haciendo uso del Derecho de Petición, solicité al representante legal del ISS revelar la identidad de las 1.200 personas que durante el año 2011 recibieron las mayores pensiones de jubilación del Estado Colombiano, y adicionalmente unos pocos datos más, de los favorecidos con tan esplendidas mesadas. 

 

Según respuesta del ISS, no es factible revelar la identidad, valores recibidos y otros datos, por ser información reservada, que garantiza el derecho a la intimidad personal, familiar, honra y buen nombre de las personas.  Se sustenta lo anterior con una Sentencia de la Corte Constitucional.  Después de leer una y otra vez, los argumentos expuestos por esa entidad, no logro comprender la razonabilidad de los mismos.

 

Es difícil, por no decir imposible, justificar que  a quienes el Estado les paga una pensión, se les esté violando la intimidad personal, familiar, honra y buen nombre, por el simple hecho, de que los contribuyentes conozcan la identidad de éstos y el valor que reciben.  Por el contrario, ellos y sus familiares deberían sentirse orgullosos de obtener, así sea una modesta jubilación mensual de $20 millones o más; como retribución por el inmenso bien que hicieron a la comunidad, en el desempeño de sus cargos.

 

Buscar pretextos para no suministrar el valor de las pensiones de mayor cuantía, es el propio Estado quien encubre a los deshonestos.  Dicho en otras palabras, nadie que haya recibido una pensión bien habida, puede sentir el más mínimo temor de que su nombre sea mancillado.   Por el contrario, aquellos que obtienen pensiones mediante el engaño, lo menos que podría hacer el Estado, es que los colombianos conozcan sus nombres, pues son, sin duda alguna, los descendientes del Conde Drácula, que se chupan la sangre de los más pobres.

 

El señor ministro de trabajo debería pedirle a sus subalternos que tienen el manejo de las pensiones de menor cuantía, le expliquen si hay algo que se pueda hacer, para acortar un poco el duro calvario que deben recorrer miles de colombianos, buscando la aprobación de una jubilación que representa casi siempre, menos del 3% del valor que reciben los más privilegiados. 

 

También el ministro de trabajo debería conversar con el de protección social, para contarle que Antonio y muchos otros, también están sufriendo de la próstata.  He procurado ayudar  para que, sin perjuicio de alcanzar la paz, haya menos corrupción y un trato más humano para los desamparados. He fracasado.  Ojalá que los medios de comunicación se apiaden del pobre Antonio y de todos los demás.

 

Medellín, 3 de Octubre de 2.012

 

 

 

Rafael Isaza González