EL SOFISMA DE LA REFORMA

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EL SOFISMA DE LA REFORMA
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EL SOFISMA DE LA REFORMA

 

Amable lector.  Los seres humanos somos proclives al elogio, no importa que éste no sea sincero.  La semana anterior recibí varias llamadas de las amigas de la tía Jesusita para felicitarme por el artículo sobre la Reforma Tributaria.  En palabras sencillas pero llenas de afecto, me dijeron que aunque no habían entendido nada, les gustó mucho.  No obstante que me había hecho el propósito de no ocuparme más de este tema, sería egoísta de mi parte, si desatendiera el llamado de personas tan queridas.

 

Se sustenta la nueva reforma, con argumentos como la generación de empleo, la disminución de la pobreza y la reducción de la desigualdad.  Es curioso entender, por ejemplo, que los afortunados que compran langostinos y camarones no paguen el impuesto a las ventas, en cambio quienes adquieren arroz, maíz y azúcar deben cancelar este tributo.

 

En la exposición de motivos sobre el impuesto de renta, se asevera que los que menos tienen pagan más, llegando a tarifas entre el 5% y el 7%.  Lo anterior en contraste con personas que reciben ingresos superiores a $15.000.000 que pagan una tarifa promedio del 5%.  Sobre los primeros me atrevo a pensar que están mal asesorados y los segundos que los funcionarios de impuestos nacionales, son demasiado generosos al revisar sus declaraciones de renta.

 

También se menciona que muchos de los no obligados a declarar renta, por efecto de la retención en la fuente, pagan tarifas efectivas del 5%.  Este comentario es parecido al refrán sobre las brujas que dice:  “Que las hay, las hay, pero que no hay que creer en ellas”.  Afirmaciones como estas desorientan, aunque a decir verdad, motivan a los congresistas a corregir despropósitos como los que se mencionan, así éstos sean excepcionales.

 

En los textos preliminares de la reforma se emplean, entre otros, los términos de inequidad horizontal y vertical, que a pesar de no entenderlos me parecen sonoros.  Igual me ocurre con el presidente de la Andi, cuando dice que gracias a la eliminación parcial de los aportes parafiscales, se crearían entre 850.000 a 1.000.000 de nuevos empleos.  Con la fe del carbonero, que siempre me acompaña, espero que así sea.

 

Con los años las ambiciones cambian, por eso hoy me distraigo pensando en que me gustaría recibir el premio Nobel en economía.  Para alcanzar tan codiciado galardón, lo sustentaría afirmando que esta reforma tributaria no debe ser aprobada. Pues, si como el propio gobierno lo afirma, no se obtendrán nuevos recursos, será imposible entonces disminuir la pobreza,  la desigualdad y la injusticia.

 

Es triste decirlo, pero es un hecho indiscutible, que los mayores ingresos que se obtengan con un buen proyecto tributario, serán insuficientes para atender la demanda salarial del personal de la justicia.  Por lo tanto, los pobres, seguirán igual o peor.  Sin embargo, el estatuto tributario será cada más exuberante y confuso.

 

 

Medellín, 1 de Noviembre de 2012

 

 

 

Rafael Isaza González