EL MILAGRO TRIBUTARIO

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EL MILAGRO TRIBUTARIO

 

 

Amable lector.  Hay libros cuyas páginas sin dejar de ser hermosas son conmovedoras.  Por ejemplo, el escrito por la doctora Lisa Génova titulado “Siempre Alice”.   La autora con  conocimiento y autoridad describe el lento, progresivo e inexorable deterioro de la mente que produce el Alzheimer.  Ojala que muchos lo leyeran.

 

Me imagino, que quienes padecen esta enfermedad, de alguna manera es similar a lo que se experimenta, cuando los últimos rayos del sol se desvanecen en el occidente, que no es fácil distinguir si las figuras que aparecen entre sombras son reales o imaginarias.

 

Hace pocos meses, para ser más preciso, desde que inicié la lectura de la reforma tributaria de los doctores Cárdenas y Ortega, comencé a percibir que en mi mente había menos luz y mayor oscuridad.  Me encomendé al Señor, pero todo ha sido en vano, inclusive el mal se ha acelerado al leer los decretos y mucho más al consultar los conceptos de la Dian.

 

Fui al neurólogo, le describí mi caso, luego de escucharme considero prudente que otros médicos estuvieran presentes. Creo que eran unos diez, unos de mayor edad y otros más jóvenes.  Me pidieron exponer de nuevo la aflicción que me aquejaba. 

 

Mientras explicaba que todo comenzó con la lectura de la nueva reforma tributaria, pude advertir que los rostros amables y tranquilos de los galenos, se tornaron tensos, algunos cerraron los ojos, otros se llevaron las manos a la cabeza y hubo un silencio prolongado.  Sentí miedo, pues no era necesario las palabras para saber que de verdad, mi mente estaba más allá del sol de los venados.

 

Me pareció que había transcurrido un siglo, cuando uno de los médicos de mayor edad me preguntó si era capaz de definir, según el nuevo Estatuto Tributario quien se considera un empleado, con voz débil le respondí que no.  Otro quiso saber si el estetoscopio y el tensiómetro eran equipos especializados y los insumos médicos eran materiales especializados, le contesté que no sabía.    Uno más tenía interés sobre como hacer los aportes a la seguridad por los honorarios que facturaba a algunas sociedades, le dije que el único que podía darle una respuesta comprensible era el director de la Dian.

                                                                      

En medio de mi angustia, el neurólogo me dijo con afecto, que si no podía comprender algo tan simple como el texto de la reforma tributaria, era evidente que había sufrido un grave deterioro mental.  Me conmoví cuando los doctores manifestaron que también ellos, con la ayuda de sus asesores, no tenían claro como deberían seguir presentando sus declaraciones de renta.

 

De repente, alguien entró gritando que el director de impuestos acababa de informar que a partir del 2.014 la declaración de renta sería más simplificada y que no era necesario efectuar ningún cálculo.  A partir de ese momento perdí la facultad de razonar.  Pero gracias al Señor, aún puedo disfrutar del canto de un pájaro, la belleza de una flor, la sonrisa de un niño y ayudarle a los que sufren, incluyendo a los que son maltratados por la DIAN.

 

Medellín, julio 12 de 2.013

 

 

 

Rafael Isaza González